En todos los registros bíblicos de las declaraciones “yo soy” de Jesús, el griego tiene una forma extraña. Normalmente, “yo soy” es la traducción de la palabra griega eimi. Pero en los dichos “yo soy” de Jesús, el griego es una forma intensiva: ego eimi. Es casi como si Jesús estuviera tartamudeando, como si dijera: “Yo, yo soy”.
Encuentro fascinante que esta particular frase griega, ego eimi; se uso en la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento, para verter el Tetragrammaton, el gran nombre de Dios: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3:14), que generalmente se traduce como Yahvé o Jehová en el hebreo. Cuando se tradujo Jehová al griego, los traductores usaron la frase ego eimi. Por lo tanto, pareciera que Jesus se estaba identificando conscientemente como Dios a través de sus declaraciones “yo soy”.
El último de los dichos “yo soy” en el Evangelio de Juan(1) aparece en el capítulo 15, donde Juan nos relata que Jesus dijo: “Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el labrador” (V. 1). Nótese que Jesus no dijo simplemente que el era la Vid; el especificó que Vid era: la verdadera
Vid, lo que significa que es la Vid genuina o la auténtica Vid. ¿Por qué hizo esta distinción? Él no lo dijo, pero hay una explicación que la mayoría de los estudiosos bíblicos acepta. Ellos observan que en el Antiguo Testamento, Dios entró en una particular y especial relación con su pueblo, la nación de Israel, y de ahí en adelante se retrata a este pueblo como la Vid de Dios la Viña de Dios (Isaías 5:7; Oseas 10:1).
Israel es la Viña que Dios plantó, cultivó, podó, y usó con el propósito de producir un fruto que nutriría y enriquecería al mundo entero.
En el Nuevo Testamento, descubrimos que Jesus no solo Vino a redimir a su pueblo sino también a encarnar la nación misma de Israel. En un sentido último, Jesus es el Israel de Dios. Por ejemplo, Dios dijo por medio del profeta Oseas: “Yo ame a Israel desde que era un niño. De Egipto llame a mi hijo” (11:1). Israel, la nación de Dios redimida de la esclavitud en Egipto, fue llamado hijo de Dios. Poco después de que naciera Jesus, un ángel le advirtió a José que huyera a Egipto para escapar del celoso Rey Herodes. Más tarde, cuando la familia regresó a Israel, Mateo cita este verso de Oseas en referencia a Jesus: "Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: "De Egipto llame a mi Hijo"" (Mateo 2:15). En consecuencia, vemos esta identidad o conexión metafórica entre la nación de Israel y Jesus. Jesus tenía una especie de solidaridad con el pueblo histórico de Dios.
Esa idea se comunicó parcialmente cuando el dijo “yo soy la Vid verdadera”. No obstante, el tambien estaba diciendo que Israel había fallado en enriquecer al mundo como la Viña de Dios. Por ese motivo, Jesus apareció como la verdadera Vid, con su Padre como el labrador; Aquel que planta la Vid, la cultiva y la poda.
VIDA A TRAVÉS DE LA VID
Jesus prosiguió y dijo: “Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que de más fruto todavía” (V. 2, NVI). Yo no tengo manos para la jardinería, y mi conocimiento de la horticultura es muy rudimentario. Sin embargo, he experimentado con el cultivo de rosas, y he aprendido que después de que los brotes comienzan a decaer, se deben cortar en cierto punto del tallo. Si soy diligente en podar las partes muertas de la planta, los brotes se vuelven aún más radiantes con el tiempo. Este proceso me parece contrario a la lógica. Yo asumiría que al cortar parte de una planta la estaría dañando o incluso destruyendo. Pero el proceso de poda concentra los nutrientes de la planta, y hace que produzca fruto de un modo más sostenido. Este proceso es especialmente importante en el cultivo de parras, que es la Vid que Jesus tiene en mente en su metáfora.
Jesus continúa diciendo: “Ustedes ya están limpios, por la palabra que les he hablado” (V. 3). Aquí el se dirigía a sus discípulos, a los creyentes, a quienes ya gozaban de comunión con el y tenían una relación salvadora con el. Ellos ya estaban “limpios”, dijo Jesus. Luego añadió: “Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la Vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí” (V. 4).
¿Que les ocurre a las ramas que son podadas de un árbol o un arbusto? Después de ser cortadas, se marchitan y mueren. Son cortadas de su fuente de Vida. Obviamente, esas ramas muertas no producirán fruto alguno. Son impotentes.
Un día, durante una comida al aire libre en la casa de uno de sus miembros, un ministro se acercó a la parrilla para hablar con el anfitrión, quien había dejado de asistir a los servicios de adoración semanales. El ministro esperaba animarlo a continuar asistiendo nuevamente. Cuando el ministro le preguntó al hombre porque había dejado de asistir, este respondió: “Soy cristiano, pero siento que no necesito la iglesia. Puedo Vivir muy bien por mi cuenta. Soy del tipo de personas independientes. No necesito la comunión de otras personas para que me alienten en mi caminar con el Señor”.
Mientras el ministro escuchaba las explicaciones del hombre, se fijó en que el carbón de la parrilla brillaba al rojo Vivo. Sin decir nada, el ministro tornó unas tenazas y apartó uno de los carbones encendidos de los demás. Luego siguió la conversación con el feligrés. Sin embargo, después de algunos minutos, estiró el brazo hacia la parrilla y recogió el carbón con sus propias manos. Entonces miró al hombre
y le dijo: “¿Viste lo que acaba de ocurrir aquí? Hace unos minutos solamente, no me habría atrevido a tocar este carbón porque estaba caliente. Pero una vez que lo separe de los demás carbones, dejó de arder y se enfrió. Ya no pudo ayudar a cocer la carne en la parrilla. Eso es lo que te va a ocurrir. Tu necesitas el cuerpo de Cristo. Necesitas la iglesia de Cristo. Necesitas la comunión de los santos y la asamblea del pueblo de Dios. No somos indiVidualistas rudos llamados a Vivir aislados de los demás”.
Este ministro tenía razón. La compañía de otros creyentes mantiene nuestra fe Viva y activa. Pero si nos enfriamos cuando nos alejamos de la conexión con otros cristianos, ¿cuánto más nos marchitaremos si nos alejamos de la verdadera fuente de energía, que es Cristo mismo?
Ese es el punto que Jesus quería destacar aquí. No tendremos frutos y nos marchitaremos espiritualmente si no permanecemos en Cristo,
la Vid verdadera. La palabra griega que aquí se traduce como “permanecer” es meno, que también puede traducirse como “quedarse”. Si queremos ser productivos, no podemos meramente visitar a Jesus de vez en cuando. Necesitamos permanecer en el.
Quiero subrayar aquí que Jesus no estaba hablando de la pérdida de la salvación. Ese es otro asunto. Pero nos estaba recordando que nosotros somos propensos a divagar, a dejar de acceder a la fuente de nuestra fuerza y nuestra Vitalidad espiritual, que es Cristo mismo.
Por lo tanto, su lección para nosotros es que nos mantengamos cerca: “Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la Vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí”. En palabras simples, todos los esfuerzos que hacemos para estar gozosos, para ser productivos, o para lograr cualquier cosa que valga la pena en el reino de Dios, son actos inútiles si tratamos de hacerlos por nuestra propia fuerza. Los cristianos necesitan entender que sin una fuerte conexión con Cristo, quien es la fuente de energía, no produciremos fruto alguno.
PLENITUD DE GOZO
Jesus continuó diciendo:
"Yo soy la Vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en el, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer. El que no permanece en mí, será desechado como pámpano, y se secará; a estos se les recoge y se les arroja al fuego, y allí arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá. En esto es glorificado mi Padre: en que lleven mucho fruto, y sean así mis discípulos. Así como el Padre me ha amado, así también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo" (VV. 5- 1 1).
Fue solo en el último verso de este pasaje que Jesus explicó por que había enseñado estas cosas a los discípulos: “Para que mi gozo este en ustedes, y su gozo sea completo”. Observemos tres cosas en esta importante enseñanza.
En primer lugar, el gozo que Jesus quiere ver en nosotros es su gozo.
Anteriormente, Jesus habló a sus discípulos acerca de la paz, diciendo: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da” (Juan 14:27). ¿De dónde Viene la paz del cristiano?
Viene de Jesus. De hecho, es su paz. Asimismo, su propio gozo está a nuestra disposición, y el quiere que ese gozo habite en nosotros.
Segundo, el quiere que su gozo permanezca en nosotros. Él quiere que tengamos un gozo permanente, no una montaña rusa de estados de ánimo que varíen entre el gozo y la desdicha. Si queremos estar constantemente gozosos, necesitamos permanecer en el.
Tercero, el distingue entre su gozo y nuestro gozo, y expresa el deseo de que nuestro gozo sea completo: “Para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo”. ¿No es eso lo que queremos? No queremos una copa incompleta del fruto del Espíritu. No queremos solo un poquito de gozo. Queremos todo el gozo que el Padre ha guardado para su pueblo. Esa plenitud de gozo viene de Cristo. Es primero su gozo el que el nos da a nosotros, y en tanto que nosotros estamos conectados a él, este gozo que viene de él crece, aumenta, y se hace pleno.
Nadie que esté leyendo este librito ha experimentado alguna vez el mayor nivel de gozo que está a disposición del pueblo de Dios.
Cualquiera sea la medida de gozo que tienes ahora, se puede tener más. Hay una plenitud que nos espera a medida que el fruto del Espíritu es alimentado por la verdadera Vid.
Referencias
1. ↑ Extracto del libro "¿Puedo tener Gozo en mi vida?"
Capítulo 5 - Plenitud de Gozo
Escrito R.C. Sproul.
Nota: (1) este no es la ultima mención de YO SOY en el evangelio de Juan, si revisamos juan 18:5-6 "Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra."
Nota: (1) este no es la ultima mención de YO SOY en el evangelio de Juan, si revisamos juan 18:5-6 "Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra."
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