Es bueno recordar que el primer desvío que Cristiano encontró en su camino al cielo en El progreso del peregrino, de John Bunyan, sobrevino cuando Cristiano fue seducido por el consejo del Sr. Sabio Mundano. El Sr. Sabio Mundano no se llamaba Sr. Falso Teólogo, si bien enseñaba una falsa teología.
Podemos entender cómo la mundanalidad nos seduce en términos de sensualidad, materialismo, hedonismo, y otros del mismo calibre. Pero una de las fuerzas seductivas más poderosas del mundo secular es la tentación a adoptar la idea sobre la verdad actualmente popular en la cultura estadounidense.
En su libro The Closing of the American Mind ("El cierre de la mente americana), Allan Bloom ha documentado cómo la educación moderna ha adoptado casi universalmente el relativismo como su epistemología vigente. La mente estadounidense se ha cerrado a la verdad objetiva que puede ser conocida racionalmente. El relativismo es en última instancia irracional. Decir que la verdad es relativa no tiene ningún sentido. Es una afirmación imposible de ser verdadera. La afirmación "Toda verdad es relativa" sería a su vez relativa y no tendría ningún valor como verdad.
Este marco mental, o mejor dicho, este marco mental anti-intelectual de la educación secular se ha infiltrado y casi conquistado al mundo evangélico. Los evangélicos se sienten sublimemente encantados al poder afirmar ambos polos de estas ideas contradictorias que les permite aceptar teologías radicalmente inconsistentes y mutuamente excluyentes.
Para ser más precisos, los evangélicos no llaman a esto relativismo o subjetivismo. Esta filosofía es bautizada y espiritualizada detrás de un fino velo de jerga religiosa. La "guía del Espíritu" se ha convertido en la licencia para una multitud de pecados epistemológicos. Las personas son "guiadas por el Espíritu" para llevar a cabo actos expresamente prohibidos por las Escrituras. Pero esta guía subjetiva puede tener más valor que las Escrituras porque la verdad es relativa. La afirmación de contradicciones irracionales (una redundancia) se justifica por apelaciones a un "orden superior de lógica" que se encuentra en la mente de Dios.
Si buscamos un entendimiento coherente, lógico, consistente, y racional de la Biblia, se nos acusa inmediatamente de adorar en el templo de Aristóteles. Como la filosofía del racionalismo ha sido con frecuencia hostil al cristianismo, huímos de cualquier cosa que remotamente se asemeje al racionalismo. Como el cristianismo tiene la verdad que la razón por sus propios esfuerzos especulativos no puede descubrir, suponemos que hasta la razón misma es negociable.
El cristianismo no es racionalismo. Pero es racional. Puede contener la verdad más allá de lo que la razón pueda ser capaz de sondear. Pero es más que racional, no menos. Se trata de una virtud, no de una desventaja para buscar un entendimiento coherente de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios no es irracional. Fue diseñada para ser comprendida por la mente.
Referencias:
Libro "Las grandes doctrinas de La Biblia", R. C. Sproul
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