06 julio, 2016

LA SOBERANIA DE DIOS EN LA SALVACIÓN


El principio de la salvación es la impartición soberana de la vida Espiritual (regeneración) dentro del corazon el cual ha estado muerto y causandole a ejercitar fe. Esto quiere decir que para que el hombre tenga fe y la ejercite, debe primero ser espiritualmente regenerado por el Espíritu Santo, de manera que el “Nuevo nacimiento” o regeneración precede el creer o el ejercer fe en Cristo. Veamos la evidencia bíblica que respalda y confirma esta verdad:


El “creer” en Jesus es el resultado de haber nacido de Dios, y no la causa de la “regeneración.” Lo mismo es aplicable al amor en el cristiano. No podemos amar sino nacemos primero de Dios. Este amor no es el afecto natural humano que gobierna nuestras relaciones diarias con nuestros semejantes; este amor es el don de Dios para el creyente que Pablo lo llama “fruto” ( Gal.5:22) y que es “derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.”( Romanos 5:5). Tanto la fe y el amor son el resultado del acto soberano de Dios de regenerarnos por Su Espíritu.

04 julio, 2016

LA SOBERANÍA DE DIOS Y LA ORACIÓN

Por: Arthur Walkington Pink (1886-1952)

“...Si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye” (1Juan 5:14).

En todo este libro nuestro principal objeto ha sido exaltar al Creador y humillar a la criatura. La tendencia casi universal hoy día es engrandecer al hombre y deshonrar y degradar a Dios. Por todos lados se descubrirá que, cuando se trata de cosas espirituales, el aspecto y el elemento humano es objeto de mayor atención, mientras el aspecto divino, si no se ignora totalmente, queda por lo menos relegado a segundo término. Esto se puede aplicar a gran parte de las enseñanzas modernas acerca de la oración. En la inmensa mayoría de los libros y sermones que se escriben y predican sobre la oración, el elemento humano llena la escena casi por completo: las condiciones que nosotros tenemos que cumplir, las promesas que nosotros tenemos que “reclamar”, las cosas que nosotros tenemos que hacer para que se nos concedan nuestras peticiones; mientras que lo que Dios dice, los derechos de Dios y la gloria de Dios, reciben a menudo muy poca atención.