El “cuartito de oración” era una habitación pequeña entre las otras dos, que solo tenía cabida para una cama, una mesita y una silla, con una ventana diminuta que arrojaba luz sobre la escena. Era el Santuario de aquel hogar de campo. Allí, a diario, y con frecuencia varias veces al día, por lo general después de cada comida, veíamos a mi padre retirarse y encerrarse; nosotros, los niños, llegamos a comprender a través de un instinto espiritual (porque aquello era demasiado sagrado para hablar de ello) que las oraciones se derramaban allí por nosotros, como lo hacía en la antigüedad el Sumo Sacerdote detrás del velo en el Lugar Santísimo. De vez en cuando oíamos los ecos patéticos de una voz temblorosa que suplicaba, como si fuera por su propia vida, y aprendimos a deslizarnos y a pasar por delante de aquella puerta de puntillas para no interrumpir el santo coloquio1.
23 junio, 2016
20 junio, 2016
Viviendo en un “Mundo Cristiano” irreal - Alejandro David Riff
"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." Juan 8:36
Una de las películas famosas que popularizó al actor Jim Carrey, fue “The Truman Show” (El Show de Truman). Cuenta la historia (ficticia), que un hombre nació, se crió y llegó a la edad adulta, viviendo en un domo que simulaba la realidad. Había una ciudad “isla” con negocios, casas donde de vivir, y un mar a que nadie se aventuraba a salir. La luz del sol, la luna, y las estrellas eran falsos. El viento, la lluvia y las tormentas eran provocadas por sofisticadas máquinas para simular la realidad del clima. Truman, sin saberlo, era el centro de un “reality show” visto por millones de espectadores en el mundo entero. Pero para él, el mundo real era lo que veía. Había nacido y crecido en un mundo irreal, fabricado, pero él no lo sabía.
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