13 julio, 2016

El Gozo ante el Dolor y el Sufrimiento - R.C. Sproul


Una de las lecciones más difíciles que tenemos que aprender como cristianos es como estar gozosos en medio del dolor y el sufrimiento. Pero el gozo en esas circunstancias no es opcional. Santiago nos dice: “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas” (1:2, NVI). ¿Que quiere decir aquí Santiago, y cómo podemos hacer lo que el nos ordena que hagamos?
Una cosa es hallarse en un estado de gozo, y otra distinta es considerar nuestras circunstancias como gozosas. Cuando Santiago nos dice “muy dichosos”, está diciendo que aun cuando no nos sintamos gozosos por alguna prueba que estemos pasando, debemos considerar —calificar, juzgar- esa situación como un motivo de gozo. Esto debemos hacerlo, no porque lo que estamos soportando sea placentero, sino porque, como dice Santiago, sabemos que “1a prueba de [nuestra] fe produce constancia” (V. 3, NVI). En otras palabras, 1a tribulación, el dolor, y el sufrimiento producen paciencia en nuestro interior, así que algo bueno nos ocurre aun en medio de ias pruebas. Cuando pasarnos por las  pruebas, por difícil que resuite soportarias, a1 recordar esa verdad comprenderemos que no suceden en vano, sino que Dios tiene un propósito en elias, y su propósito siempre es bueno.
Mi mentor, el Dr. John Gerstner, hizo una interesante distinción entre diferentes tipos de malo y diferentes tipos de bueno. A1 considerar cosas malas, el decía que está lo “malo malo” y lo “malo bueno”. Las cosas que son “malas buenas” son, consideradas en sí mismas, destructivas y dolorosas, pero no obstante pueden causar un bien. Si así no fuera, ¿cómo podría haber dicho Dios, por medio del apóstol Pablo, que el “dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Romanos 8:28)? Por lo tanto, Santiago nos está exhortando a considerarnos muy gozosos aun cuando no todo sea gozo, no porque sea gozoso participar del dolor y el sufrimiento, sino porque Dios puede producir bien a través del dolor y el sufrimiento. Él está obrando para nuestra santificación aun en las situaciones difíciles.

MIRAR AL BRILLANTE FUTURO


En cierto sentido, con el fin de ser capaces de considerar los pesares y aflicciones terrenales como motivos de gozo, tenemos que cultivar la capacidad de pensar en términos del futuro. A veces la esperanza del cielo de los cristianos es ridiculizada como “castillos en el aire”. Sin embargo, es una realidad que concede consuelo real, como muestran los ejemplos de la historia.
En los días de la esclavitud en Estados Unidos, los esclavos negros tenían muy poco por que estar felices. Sus vidas estaban llenas de adversidad y sufrimiento. El arduo trabajo de sus manos era un interminable afán, día tras día. A menudo pasaban necesidad. A veces las familias eran divididas, pues sus miembros eran vendidos. Ellos vivían una terrible existencia, y, no obstante, la musica de los cantos espirituales de esa época está llena de gozo. No creo que sea coincidencia que uno de los principales tópicos recurrentes de aquellos espirituales haya sido el cielo. Por ejemplo, en el espiritual “Swing Low, Sweet Chariot”, una de las estrofas dice: “Mire sobre el Jordán, ¿y que fue lo que vi venir para llevarme a casa? Un grupo de ángeles que venían por mí, venían a llevarme a casa”. El potente testimonio de muchos de estos cantos es el de un gozo fundado en el mirar a Dios y la futura beatitud.
Esta forma de mirar las cosas está en conformidad con el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Pablo reconoce la realidad y la intensidad del dolor que estamos llamados a soportar en este mundo: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con élpara que juntamente con el seamos glorificados” (Romanos 8:16-17, énfasis añadido). Pero luego el hace una comparación entre las aflicciones que experimentamos aquí y el gozo que se nos ha reservado en el cielo: “Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros” (V. 18). Los momentos temporales de angustia y sufrimiento por los que pasamos son como nada comparados con el gozo guardado para nosotros en el cielo.
Sin embargo, el cielo todavía es futuro, y el presente suele ser difícil.
Hace años, yo tenia una amiga, una señora anciana, que se caracterizaba por un ánimo alegre y una personalidad entusiasta, y ella mantenía esas cualidades aun cuando se le había diagnosticado cáncer. Pero un dia que la Visite en el hospital, cuando estaba recibiendo quimioterapia, la encontre un poco decaida. No era la
persona alegre y entusiasta de siempre. Le dije: “¿Cómo estás, Dora?”.
Ella me miró con lágrimas en los ojos y dijo: “R. C., cuesta ser cristiana con la cabeza en el retrete”. Luego se rió y la alegría volvió a su mirada. Yo también me rei, porque entendía bien a que se refería.
Cuando estamos enfermos y en el dolor, cuesta sentir mucho gozo.
El consejo de Pablo, cuando pasamos por tales períodos, es recordar que Dios le ha fijado un plazo a nuestro dolor, y que pasado ese plazo entraremos en una condición en la que ya no habrá dolor. No habrá más lágrimas, ni más dolor, ni más ansiedad, ni más tristeza, ni más adversidad. Esto realmente suena como castillos en el aire, pero no podemos eludir el hecho de que en el corazón mismo de la fe cristiana está la verdad de que este mundo no es nuestro hogar. Nuestro destino final aún nos espera.
Por lo tanto, el cielo es la gran esperanza del cristiano, y el Nuevo Testamento dice que la esperanza es el ancla del alma (Hebreos 6:19).
Lamentablemente, aquellos que no tienen a Cristo no tienen esperanza. A veces me pregunto, en Vista de lo mucho que tengo que lidiar con la Vida como cristiano, cómo se las arreglan los que no son cristianos. ¿Cómo soportan sin tener la esperanza del gozo guardado para nosotros en el cielo? Deberíamos estar mucho más agradecidos de lo que estamos por esta bendita esperanza, y fijar nuestra mirada en el futuro en medio del dolor y la aflicción.


CONFIANZA EN DIOS EN MEDIO DE LAS CALAMIDADES



Un personaje bíblico que exhibe esta actitud de una forma emotiva y gráfica es ei profeta Habacuc. Él no estaba particularmente gozoso cuando Vio que su nación era devastada por un poder extranjero. Esta situación le ocasionó todo tipo de dificultades teológicas; en un sentido real, Habacuc sufrió una crisis de fe. Él le preguntó a Dios: “¿Cómo puedes permitir que sucedan estas cosas? ¿Cómo puedes dejar que todo este mal y sufrimiento ocurra en este mundo? ¿No eres tú demasiado santo para siquiera mirar 1a iniquidad?”. E1 dijo: “Decidí mantenerme Vigilante. Decidí mantenerme en pie sobre 1a fortaleza. Decidí no dormir hasta saber lo que el Señor me iba a decir, y qué respuesta daría a mi queja” (Habacuc 2: 1).
Dios le respondió a su acongojado profeta presentándose a sí mismo a Habacuc de una forma muy similar a como vino a Job.
Posteriormente, Habacuc dijo: “Al oírte, se estremecen mis entrañas; mis labios tiemblan al escuchar tu voz. El mal me cala hasta los huesos, y en mi interior todo se estremece, pero yo espero confiado el día de la angustia, el día en que será invadido el pueblo que ahora nos oprime” (3:16). El mensaje de Dios abrumó a Habacuc al punto de hacer temblar su cuerpo.
El libro de Habacuc contiene una breve frase que se cita tres veces en el Nuevo Testamento y funciona como declaración temática en la mayor obra teológica del apóstol Pablo, la epístola a los Romanos (Romanos 1:17). La frase es esta: “El justo vivirá por... fe” Habacuc 2:4). Se podría traducir de esta forma: “El justo vivirá por la confianza”. ¿Que significa vivir por la fe si no es confiar en Dios? La vida de la fe no se trata solo de creer que Dios existe; se trata de creerle a Dios o confiar en Dios.
Yo tengo esta conversación conmigo mismo cada vez que tengo temor: “R. C., ¿confías realmente en Dios? ¿Le crees cuando él te promete que esto es para bien y para tu gozo último?”. Solo si le creemos a Dios podemos permanecer con gozo en medio de la dificultad.
¿Cómo le respondió Habacuc al Señor? Le dijo: “Aunque todavía no florece la higuera, ni hay uvas en los Viñedos, ni hay tampoco aceitunas en los olivos, ni los campos han rendido sus cosechas; aunque no hay ovejas en los rediles ni vacas en los corrales, yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación!” (3:17-18).
Estas palabras nos parecen extrañas porque Habacuc Vivió hace tanto tiempo en una cultura muy distinta a la nuestra. Nosotros nunca perdemos el sueño en la noche por el florecimiento de la higuera. No nos preocupa si los olivos no dan aceitunas. Pero Habacuc era judío, y la economía de Israel era agrícola. Los higos eran un producto importante. También lo era el fruto de la Vid, las uvas con las que se hacia el Vino. Basta una Visita a Napa Valley, en California, para ver lo importantes que pueden ser las Viñas para la economía de una región. Si esas Viñas se envenenan o destruyen a causa de algún desastre natural, toda la región sufre económicamente. Asimismo, en los días de Habacuc, las aceitunas producían aceite, el cual era muy importante en Israel. Si la gente no se ocupaba en las Viñas, cuidaban rebaños. La ganadería también era crucial.
Voy a intentar traducir las palabras de Habacuc a un lenguaje moderno: “Aunque el sector agrícola colapse, aunque el mercado bursátil se desplome, aunque 1a industria automotriz se vuelque,
aunque 1a industria tecnológica se derrumbe; aunque todo esto ocurra, con todo, yo me regocijaré en el Dios de mi salvación. Me alegrare en el”. Eso es lo que el habría dicho si hubiera vivido en el siglo XXI.
Habacuc prosigue y expresa porque se sentía de esa forma. “Tu, Señor eres mi Dios y fortaleza. Tu, Señor, me das pies ligeros, como de cierva, y me haces andar en mis alturas” (V. 19). Un ciervo pisa con tanta seguridad que puede moverse como una cabra montesa en lugares altos y peligrosos, y cruzar estrechas cumbres sin caer a 1a destrucción. Habacuc decía que Dios le daría pies como de cierva y lo haría caminar por lugares elevados. E1 estaba diciendo que aunque a su pueblo le acontecieran muchas calamidades, aunque 1a nación fuera devastada, aunque Israel fuera derrotado en 1a guerra, y aunque la pestilencia, la enfermedad y el crimen lo afectarán todo, no obstante, el no sería arrojado al valle, sino que Dios le daría pies como de cierva, de pisada firme, capaces de ascender a los lugares altos y
santos. Dios da ese tipo de estabilidad, aun en medio de la calamidad, a aquellos que le prestan atención y ponen su confianza en el. A eso se refería Habacuc cuando dijo: “El justo ViVirá por su fe”. Esa es la base del gozo que tenemos como cristianos.

Referencias

1. ↑ Extracto del libro "¿Puedo tener Gozo en mi vida?"  
Capítulo 2 - Considérense muy dichosos
Escrito R.C. Sproul.



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2 comentarios:

  1. Muy buena Publicacion El Señor es nuestra fortaleza

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    1. Gracias hermano, SOLI DEO GLORIA, Amen el Señor es nuestra fortaleza

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