Lucas 15:16-32
"HAY GOZO EN EL CIELO CUANDO UN PECADOR SE ARREPIENTE DE SUS PECADOS"
- El padre representa a Dios , el padre es quien busca reconciliación y es así JESUCRISTO que recibe al pecador más extremo que se ARREPIENTE, el padre es el héroe y es El Salvador Jesucristo que nunca se rehúsa a recibir al PECADOR, este padre tiene 2 hijos.
- El hijo pródigo representa al hijo menor, un PECADOR rebelde, descarado, irrespetuoso hacia el padre, quien demuestra menosprecio por su familia, no tiene responsabilidad, quien exige su herencia y desaparece, quien no quiere rendirle cuentas a nadie, no quiere sujetarse a la responsabilidad paternal. Este hijo representa al peor de los pecadores pero que al final es RECONCILIADO PORQUE SE ARREPIENTE...
- El otro hijo es el mayor, otro PECADOR quien representa a aquellos que se consideran a sí mismos "personas buenas que no necesitan de arrepentimiento". Este es un pecador secreto, el que esconde el pecado y quiere ser visto como moral, religioso, espiritual, justo pero NO es menos pecador, simplemente lo encubre, esconde su odio a su padre y a su hermano bajo la cortina de buenas obras como obedecer con enojo, trabajar a regañadientes. Este hijo mayor en esta parábola representa al escriba y al fariseo, porque los hipócritas legalistas religiosos están esperando ganarse el reino de Dios, creen que no hay lugar para la gracia.
¿Y TÚ ACASO ESTAS ESPERANDO RECONCILIARTE ESPERANDO EN TUS BUENAS OBRAS PARA GANARTE EL FAVOR DE DIOS ?¡NO ES POSIBLE!LA GRACIA QUE ES UN REGALO DE DIOS VIENE CUANDO TE ARREPIENTES DE TUS PECADOS Y VES TU BANCARROTA ESPIRITUAL, Y RECONOCIENDO QUE SOLO EN JESUCRISTO PUEDES ENCONTRAR PERDÓN DE TUS PECADOS Y ASÍ TENDRÁS RECONCILIACIÓN CON DIOS.
Lucas 15:16-32 "La Biblia de las Américas (LBLA)"
"16 Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. 17 Entonces, volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! 18 “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; 19 ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.’” 20 Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 21 Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.” 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; 23 y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas. 26 Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello. 27 Y él le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado porque lo ha recibido sano y salvo.” 28 Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara. 29 Pero respondiendo él, le dijo al padre: “Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos; 30 pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado.” 31 Y él le dijo: “Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 “Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.”"
Comentario Bíblico Matthew Henry
Vv. 11—16. La parábola del hijo pródigo muestra la naturaleza del arrepentimiento y la prontitud del Señor para acoger bien y bendecir a todos los que vuelven a Él. Expone plenamente las riquezas de la gracia del evangelio; y ha sido y será, mientras dure el mundo, de utilidad indecible para los pobres pecadores, para guiarlos y alentarlos a arrepentirse y a regresar a Dios. — Malo es, y es el peor comienzo, cuando los hombres consideran los dones de Dios como deuda. La gran necedad de los pecadores, y lo que los arruina, es estar contentos con recibir sus cosas buenas durante su vida. Nuestros primeros padres se destruyeron, a sí mismos y a toda la raza, por la necia ambición de ser independientes, y esto está en el fondo de la persistencia de los pecadores en su pecado. —Todos podemos discernir algunos rasgos de nuestro propio carácter en el del hijo pródigo. Un estado pecaminoso es un estado de separación y alejamiento de Dios. Un estado pecaminoso es un estado de derroche: los pecadores voluntarios emplean mal sus pensamientos y los poderes de su alma, gastan mal su tiempo y todas las oportunidades. Un estado pecaminoso es un estado de necesidad. Los pecadores carecen de las cosas necesarias para su alma; no tienen comida ni ropa para ellos, ni ninguna provisión para el más allá. Un estado pecaminoso es un vil estado de esclavitud. El negocio de los siervos del demonio es hacer provisión para la carne, cumplir sus lujurias y eso no es mejor que alimentar los cerdos. Un estado pecaminoso es un estado de descontento constante. La riqueza del mundo y los placeres de los sentidos ni siquiera satisfacen nuestros cuerpos, pero ¡qué son en comparación con el valor de las almas! Un estado pecaminoso es un estado que no puede buscar alivio de ninguna criatura. En vano lloramos al mundo y a la carne; tienen lo que envenena el alma, pero nada tienen que la alimente y nutra. Un estado pecaminoso es un estado de muerte. El pecador está muerto en delitos y pecados, desprovisto de vida espiritual. Un estado pecaminoso es un estado perdido. Las almas que están separadas de Dios, si su misericordia no lo evita, pronto estarán perdidas para siempre. El desgraciado estado del hijo pródigo sólo es una pálida sombra de la horrorosa ruina del hombre por el pecado, ¡pero cuán pocos son sensibles a su propio estado y carácter!
Vv. 17—24. Habiendo visto el hijo pródigo en su abyecto estado de miseria, tenemos que considerar en seguida su recuperación. Esto empieza cuando vuelve en sí. Ese es un punto de retorno en la conversión del pecador. El Señor abre sus ojos y le convence de pecado; entonces, se ve a sí mismo, y a todo objeto bajo una luz diferente de la de antes. Así, el pecador convicto percibe que el siervo más pobre de Dios es más dichoso que él. Mirar a Dios como Padre, y nuestro Padre, será muy útil para nuestro arrepentimiento y regreso a Él. El hijo pródigo se levantó y no se detuvo hasta que llegó a su casa. Así, el pecador arrepentido deja resueltamente la atadura de Satanás y sus lujurias, y regresa a Dios por medio de la oración, a pesar de sus temores y desalientos. El Señor lo sale a encontrar con muestras inesperadas de su amor perdonador. Nuevamente, la recepción del pecador humillado es como la del pródigo. Es vestido con el manto de la justicia del Redentor, hecho partícipe del Espíritu de adopción, preparado por la paz de conciencia y la gracia del evangelio para andar en los caminos de la piedad, y festejado con consolaciones divinas. Los principios de la gracia y la santidad obran en él, para hacer y para querer.Vv. 25—32. En la última parte de esta parábola tenemos el carácter de los fariseos, aunque no de ellos solos. Establece la bondad del Señor y la soberbia con que se recibe su bondad de gracia. Los judíos, en general, mostraron el mismo espíritu hacia los gentiles convertidos; y cantidades de ellos en toda época objetan el evangelio y a sus predicadores sobre la misma base. ¡Cómo será ese temperamento que incita al hombre a despreciar y aborrecer a aquellos por quienes derramó su preciosa sangre el Salvador, ésos que son objetos de la elección del Padre, y templos del Espíritu Santo! Esto brota del orgullo, la preferencia del sí mismo y la ignorancia propia del corazón del hombre. —La misericordia y la gracia de nuestro Dios en Cristo brillan casi con tanto fulgor en su tierna y gentil tolerancia para con los santos beligerantes como para recibir a los pecadores pródigos que se arrepienten. Dicha indecible de todos los hijos de Dios, que se mantienen cerca de la casa de su Padre, es que estén, y estarán siempre con Él. Dicha será para los que acepten agradecidos la invitación de Cristo.
Referencias:
.- Comentario Biblico Matthew Henry
.- La Biblia de las Américas (LBLA)
Referencias:
.- Comentario Biblico Matthew Henry
.- La Biblia de las Américas (LBLA)
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