Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. (Deu 29:29)
He llegado a comprender que esta red social es un lugar donde se comparten ideas de toda clase y de todo tema, incluyendo “doctrina cristiana”; en ese sentido, entiendo que Facebook no es un seminario teológico (un lugar que sea usado para la enseñanza doctrinal), intentarlo es exponerse – en muchos casos - a los ataques que pueden llegar hasta la calumnia y el insulto; esta es la razón por la que prefiero no comentar cuando he leído algunas publicaciones erradas en los muros de otros usuarios de esta misma red.
Vivimos en un tiempo donde se consume café instantáneo y donde se crean teólogos instantáneos por medio de todo lo que se publica en el internet, en los blogs, en los foros de debates, etc.; es decir, la forma antigua de enseñanza-aprendizaje bajo la guía del Espíritu Santo y la supervisión de un mentor, es casi nula; todo esto (en muchos casos, creo yo) ha sido sustituido por la razón, la lógica y la autosuficiencia.
Querer penetrar donde Dios mismo ha colocado límites; es decir, “a las cosas secretas que le pertenecen solamente a Él” es la causa de las desviaciones teológicas y nos aparta de lo que se llama “sana doctrina”
Charles Hodge escribe en su Teología Sistemática lo siguiente: “El principio fundamental de esta clase de racionalista es que no se puede creer nada racionalmente que no sea comprendido […] si se le pregunta a uno de ellos que por qué cree en la inmortalidad del alma, el racionalista responderá: porque esta doctrina es razonable. Para su mente los argumentos en favor son de más peso que los argumentos en contra. Si se le pregunta que por qué no cree en la doctrina de la Trinidad, responderá porque es irrazonable… el racionalista no se siente compelido a creer todo lo que enseñan los escritores sagrados… es trigo aquello que la razón ve por su propia luz como verdadero; se tiene que rechazar como paja lo que la razón no puede comprender, y no puede demostrar como cierto” (páginas 58-59)
Muy buena comparación la que hace Hodge en cuanto a la negación del misterio de la Trinidad por parte del racionalista. El planteamiento es como sigue: Para el racionalista 1+1+1=3; para el creyente 1+1+1=1 (porque así lo enseña la Biblia).
Lo mismo podemos demostrar en cuanto al misterio de la doctrina de la unidad hipostática de Cristo. El racionalista dice: Cristo no puede ser 100% hombre y 100% Dios, porque 100%+100%=200% (se estaría hablando de 2 personas, no de una); sin embargo, para el creyente 100%+100%=100% (porque así lo enseña la Biblia)
Igualmente con el misterio de la doctrina que enseña el misterio de la unidad de la Soberanía de Dios y la Responsabilidad Humana. Esta doctrina no se puede comprender de forma racional, pero está enseñada en las Sagradas Escrituras. Los racionalistas resuelven este misterio de dos formas: a) el pelagiano-arminiano, al no comprender la unidad de estas dos realidades escriturales, que aparentemente son opuestas, rechaza la soberanía de Dios y establecen la responsabilidad humana (el libre albedrio); b) el hiper-calvinista, por su parte, ante esta aparente contradicción, rechaza la responsabilidad humana y afirma la soberanía de Dios.
Los primeros, con su racionalismo, convierten al Dios Soberano, en alguien que no gobierna sobre el hombre, sino que es impotente en ese sentido y solamente le queda esperar lo que el hombre, en su libre voluntad, escoja o rechace. Los segundos, llegan a convertir al Dios Soberano y Santo en el autor del pecado, y al hombre en un títere cuyos hilos son guiados por las Sagradas Manos de Dios, en ocasiones, para que cometan pecado.
Ya dije que esto no es un aula de seminario; por ello, para terminar este corto posteo, quisiera citar nuevamente al teólogo Charles Hodge quien escribió en la página 62 de su Sistemática lo siguiente: “Nuestro deber, nuestro privilegio y nuestra seguridad están en creer, no en conocer; en confiar en Dios y no en nuestro entendimiento. Son dignos de compasión los que no tienen un maestro más digno de confianza que ellos mismos”
Y usted, ¿confía en Dios o en su propio entendimiento?
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