Métodos usados por el engañador para inhabilitar y disminuir la eficacia del testimonio de los creyentes
Primero, satanás tratará de lograr que este mundo aparezca tan atractivo para los creyentes que comiencen a olvidarse del propósito de Dios para sus vidas.
Segundo, satanás les dirá a los creyentes que el vivir la vida cristiana solo les traerá peligros, sufrimientos y pérdidas. Muchos han sido afectados por el primer método mencionado. Por un tiempo fueron fieles seguidores de Cristo, hasta que satanás logró que el mundo les resultara más atractivo que Cristo Jesús. Paulatinamente fueron atraídos cada vez más hacia el mundo, volviéndose fríos, indiferentes e incapacitados para las cosas espirituales.
Aquellos que se sienten tentados de esta manera deben fijarse en los siguientes remedios.
Aquellos que se sienten tentados de esta manera deben fijarse en los siguientes remedios.
- Primero, nada de lo que este mundo nos ofrece tiene poder para protegernos del mal o para garantizarnos el sumo bien. Por ejemplo, todo el dinero del mundo no puede curar a nadie de una enfermedad. El poder y la fama no pueden garantizar la felicidad de una persona. El poder, la influencia y el dinero no pueden ayudar en los tiempos de necesidad espiritual. Debemos pensar mucho acerca de la debilidad y la impotencia de todas las cosas terrenales. ¿Porque permitirán los creyentes que tales cosas les roben las bendiciones espirituales?
- Segundo, todo lo que hay en este mundo es vacío y sin valor en sí mismo. El libro de Eclesiastés comienza declarando este hecho: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” (Ecl.1:3) La respuesta es clara: La gente no gana nada de valor permanente en este mundo.
- Tercero, todas las cosas en esta vida son inciertas, inconstantes y sujetas a cambio. Por ejemplo las riquezas son inseguras. Pablo dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo.” (1 Tim. 6:17)
- Cuarto, todas las cosas que parecen tan atractivas en este mundo en realidad son dañinas y peligrosas a causa de nuestra propia corrupción. El Salmo 30:6 dice: “Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido.” Cristo dijo que el engaño de las riquezas ahoga la palabra y la hace infructuosa. Cuando los israelitas gozaban de prosperidad, se rebelaron contra Dios. Hay un peligro enorme en la prosperidad: el peligro de contentarnos con el mundo presente, el peligro de aceptar lo que el mundo nos ofrece a cambio de nuestras almas.
- Quinto, todos los placeres de este mundo están mezclados con problemas y preocupaciones. No hay éxito en este mundo que esté separado de la ansiedad y la preocupación. La tristeza acompaña el gozo mundano, el peligro acompaña la seguridad mundana, las pérdidas acompañan los valores del mundo y las lágrimas acompañan los ídolos mundanos.
- Sexto, la biblia enseña que los creyentes deben apegarse firmemente a las cosas eternas e inmutables, en vez de las cosas pasajeras de este mundo. Los creyentes del antiguo testamento tenían una fe en Dios que les hizo anhelar una mejor patria, la celestial. (Heb. 11:16) Aquellos creyentes querían lo mejor. Buscaban la vida celestial y dejaron todo lo que en otro tiempo les parecía tan atractivo de esta vida terrenal. Así deben actuar los creyentes ahora; deben vivir más a la luz de la gloria venidera y así tener más gozo en esta vida, paz en la hora de la muerte, y una corona de justicia cuando Cristo aparezca.
- Séptimo, la verdadera felicidad no se encuentra en el disfrute de las cosas de esta vida. La verdadera felicidad es tan grande y gloriosa que se puede encontrar solamente en Dios. Aunque los hombres disfruten de muchas cosas en el presente, sin Dios serán miserables para siempre. La felicidad no se encuentra en las cosas que no satisfacen el alma. Solamente el conocimiento de Dios puede satisfacernos.
- Octavo, el alma del hombre tiene más valor que todo el mundo. Los hombres fueron creados para algo mucho más grande que todo lo que está en este mundo. Fueron hechos para conocer a Dios, conocer a Cristo, y gozar de la presencia de Dios para toda la eternidad. Los creyentes no deben dejarse desviar del servicio a Dios por las artimañas del diablo. No deben creerle cuando les dice que la felicidad en este mundo es la experiencia más importante. Satanás trata de impedir que los creyentes sirvan a Cristo diciéndoles que la vida cristiana solo conduce a pérdidas, tristezas y sufrimiento. Satanás trata de lograr que teman los problemas que surgirán como resultado de seguir a Cristo. Cuando satanás tienta a los creyentes de este modo, deben pensar que ningún problema que pueda sobrevenir por seguir a Cristo les hará daño en forma permanente. Nada les podrá quitar la presencia de Dios, el favor de Dios, el perdón de pecados, el gozo del Espíritu Santo y la paz de Dios en sus conciencias. Los creyentes tentados de esta forma deben pensar en los peligros que les vendrán en esta vida y los peligros espirituales y eternos que correrán si no siguen a Cristo. “¿Como escaparemos nosotros si tuviéramos en poco una salvación tan grande?” (Heb. 2:3) Los creyentes sufrirán mucho más si descuidan los mandamientos de Dios que si obedecen lo que Dios les manda. Siempre debemos tomar en cuenta que los creyentes sufrirán más por desobedecer los mandamientos de Dios, que lo que pudiesen sufrir obedeciendo. Además, los creyentes deben recordar que los problemas que les son enviados por Dios, son una forma de guardarlos de problemas mayores. Frecuentemente los problemas que han sufrido les han servido como protección para evitar peligros más grandes: por ejemplo, el orgullo, la frialdad espiritual, la indiferencia, la negligencia, la amargura, el amor del mundo, etc. Otra cosa que es necesario recordar es que al vivir una vida santa y servir a Dios, los creyentes ganarán mucho más de lo que pudieran perder. El apóstol Pablo dijo a Timoteo que la piedad con contentamiento es gran ganancia. (1Tim. 6:6) Hay gozo, paz, y contentamiento en servir a Dios los cuales no pueden encontrarse en ninguna otra manera. Por lo tanto, los creyentes no deben permitir que los problemas que surgen les impidan servir a Dios o seguir a Cristo. Una vida piadosa tiene más valor permanente de bendición que cualquier otra cosa.
Maneras en que el diablo procura apartar a los creyentes de su servicio a Dios
Primero, les hará pensar qué tan difícil es seguir a Cristo; les dirá que es difícil orar, es difícil pensar constantemente en las cosas espirituales, que es difícil tener comunión con los otros creyentes, difícil obedecer, etc..
El primer remedio contra tal maquinación es el pensar más en la necesidad de servir a Cristo, que en las dificultades que tendrán al servirle. Los creyentes deben servir a Cristo para mostrarle su agradecimiento. Los creyentes necesitan crecer en santidad para poder vencer el pecado. Necesitan ser obedientes a Dios para poder hacer su obra en este mundo. Los creyentes necesitan seguir a Cristo para que el propósito de Dios sea cumplido en sus vidas. No hay duda que los creyentes se enfrentarán con problemas y dificultades al seguir a Cristo, pero los creyentes verdaderos toman esta responsabilidad, aún a sabiendas de los problemas que puedan sobrevenirles.
Segundo, los creyentes deben recordar, que si realmente quieren servir a Cristo, Él les ayudará tanto que no les será difícil. Quizás en un principio no les parezca fácil, pero mientras que van haciendo la voluntad de Dios, descubrirán que experimentan gran gozo al realizarla. Mientras se sirve a Dios, uno encuentra en forma personal que Dios le está apoyando, le fortalece, le anima y le guía a través del camino más difícil.
Podemos ver en la biblia como las personas se reían de Nehemías y de los demás judíos que pretendían levantar nuevamente los muros de Jerusalén. Sin embargo, Nehemías contaba con la fortaleza de Dios como su ayuda. Nehemías 2:20 dice: “El Dios de los cielos, El nos prosperará, y nosotros sus siervos levantaremos y edificaremos...” También Isaías dijo respecto a Dios: “Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de tí en tus caminos...” (Isa. 64:5)
También los creyentes necesitan pensar mucho acerca de las dificultades que Cristo mismo sufrió, de como Él nunca huyó del sufrimiento. Soportó los peores sufrimientos en cuerpo y alma para el bienestar espiritual de nosotros, para nuestro bien eterno. En Isaías 50:6 Cristo dice: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba, no escondí mi rostro de las injurias y los esputos.”
Cristo soportó la ira del Padre, la carga de nuestros pecados, la malicia de satanás y el aborrecimiento del mundo. Puesto que Cristo sufrió tanto por nosotros, debemos obedecerle y vivir para Él, aún cuando esto signifique que tengamos que sufrir en alguna forma.
Los creyentes deben darse cuenta de que servir a Cristo es difícil solo para su viejo hombre, los remanentes de su naturaleza caída. Todos los creyentes están obligados a despojarse del viejo hombre y la pasada manera de vivir y a vestirse del nuevo hombre. (Ef.4:22-23) El nuevo hombre se goza de seguir a Cristo, es a su naturaleza pecaminosa a quien no le gusta servir a Dios. En Romanos 7:22 el apóstol Pablo dice: “Según el hombre interior (el nuevo hombre) me deleito en la ley de Dios.” Para la nueva criatura el yugo de Cristo es fácil y ligera su carga. (Mat.11:30) Para el nuevo hombre los mandamientos de Dios no son gravosos, sino causa de gozo. Todos los creyentes saben que ésta es la verdad, y hay algo en su interior que les hace disfrutar agradando a Dios.
Finalmente, hay grandes recompensas para aquellos que a pesar de sus dificultades siguen a Cristo fielmente. Hay galardones en el futuro. El cielo recompensará todo. En el libro de Hebreos leemos de la fe de Moisés que tuvo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que por los tesoros de los egipcios, porque tenía puesta la mirada en el galardón. (Heb.11:26)
Además, hay recompensas en esta vida para aquellos que siguen a Cristo a pesar de las dificultades.
El Salmo 19:11 dice que en guardar los mandamientos hay grande galardón. Cuan necios son los creyentes que permiten que satanás les robe este grande galardón.
Satanás puede tratar de usar otro método para conseguir que los creyentes no sirvan a Dios.
Puede tratar que piensen equivocadamente acerca de lo que Cristo ha hecho en pro de ellos. Les sugerirá que puesto que Cristo ha hecho todo para su pueblo, les ha perdonado, les ha justificado, ha garantizado su llegada al cielo, entonces no hay nada que hacer salvo estar gozosos y festejar. Satanás desea que piensen que puesto que Cristo ha sido castigado como su sustituto y puesto que Cristo está en el cielo preparando un lugar para ellos, entonces no hay necesidad de orar, de arrepentirse, de estudiar la palabra, de reunirse con otros creyentes. En fin, puesto que Cristo nos ha salvado, no hay necesidad de que le sirvamos.
Al hacer estas sugerencias, satanás está tomando una parte de la verdad y convirtiéndola en una
mentira. Es cierto que si no fuera por la obra salvadora de Cristo, no habría ningún creyente. Sin embargo, ser un cristiano incluye más que el mero recibir lo que Cristo ha hecho. La biblia dice: “Ya no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y vuestro espíritu los cuales son de Dios.” (1Cor. 6:19-20) Los creyentes pertenecen a Cristo. Le pertenecen a fin de que hagan su voluntad motivados por agradecimiento y amor a Él. Entonces satanás miente cuando sugiere que una vez que hemos sido salvados por Cristo, ya no es necesario servirle.
La verdad es que lo que Cristo ha hecho y continúa haciendo por los creyentes constituye el motivo más fuerte para servirle. Cristo les ha librado del poder dominante del pecado, de la ira de Dios, de
la amargura de la muerte, de los sufrimientos del infierno. Por lo tanto le deben servir gozosos y con mucha gratitud. Pablo dijo a Tito que “Cristo Jesús se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo celoso de buenas obras”. (Ti. 2:14) El hecho de que Cristo se haya dado a sí mismo por los creyentes debe estimularles a ser celosos de hacer el bien. Esta es la razón de porque los creyentes verdaderos siempre han sido muy activos en el servicio de Cristo. Por otra parte si no quieren servir a Dios deben cuestionarse si en verdad son creyentes. El apóstol Juan escribió: “El que dice que le ha conocido y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en el.” (1Jn. 2:4) Una vez más tenemos que ver la equivocación de satanás: La persona salva no es negligente en el servicio de su Salvador. El verdadero creyente desea servir a Cristo de todo corazón, cueste lo que cueste, porque Cristo sufrió mucho para salvar a cada creyente.
Existe otro método del diablo para impedir el servicio de los creyentes, consiste en hacerles pensar que hay un número pequeño de personas que sirven a Cristo y que esas personas son los menos importantes, los de menos influencia y los más pobres de todos. Satanás les dirá, “Seguro que no quieren malgastar su vida en medio de un pueblo como éste, sin poder, sin influencia, ignorantes y pobres. No vale la pena obedecer a Dios si su pueblo es así.” ¿Cómo deben reaccionar los creyentes cuando el diablo les habla de esta manera?
Primero, deben recordar que aunque satanás les llame pobres a los seguidores de Cristo, y aunque sean pobres en cuanto a los bienes del mundo, en realidad son los más ricos. No ricos en cuanto al dinero o en cuanto a bienes, sino ricos en las bendiciones de Dios. Santiago, hablando de este asunto escribió: “Hermanos míos amados oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Stg. 2:5) Estos pocos y pobres e insignificantes cristianos como satanás les llamaría, en verdad son los más ricos y poderosos del mundo. Aunque tengan poco en sus manos, poseen mucho en sus esperanzas. Aunque casi no tengan nada ahora, son los herederos del glorioso reino de Dios.
Los creyentes también deben recordar que a lo largo de la historia humana, algunos de los creyentes han sido ricos y famosos. Por ejemplo Abraham y Job son dos casos de creyentes que eran ricos en bienes materiales. Entonces satanás no tiene razón en decir que todos los creyentes siempre han sido pobres.
Algunos creyentes son ricos en bienes de este mundo y todos son ricos en bendiciones espirituales.
Las bendiciones espirituales son más grandes que todas las riquezas terrenales de todos los inconversos en el mundo. El creyente más pobre con bendiciones espirituales, posee más que la persona más rica de la tierra sin ellas. Las bendiciones espirituales satisfacen cuando las bendiciones materiales no pueden hacerlo. Jesús habló de las bendiciones espirituales como agua viva: “Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Jn. 4:14) Los creyentes tienen bendiciones perdurables que nunca les podrán ser quitadas. Las bendiciones de los creyentes les acompañan en todo tiempo: en la prisión, en el tiempo de la enfermedad, a la hora de la muerte y en la eternidad. Ningunas riquezas terrenales pueden hacer esto. ¿Quien es realmente pobre? ¿El así llamado “pobre” creyente o el inconverso más rico de la tierra?
Satanás está ocultando parte de la verdad cuando dice que solo hay creyentes pobres en el mundo. Aunque parezca que es así, la realidad es otra. El número total de creyentes en el mundo es muy
grande. Y el número de creyentes que ha existido a lo largo de la historia es también cuantioso. Apocalipsis 7:9 dice que el apóstol Juan vio “una gran multitud la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y de la presencia del cordero.” Aunque puede ser que muchos creyentes viven en lugares donde existen pocos cristianos y muchos de ellos son pobres y humildes, no siempre es así. El día vendrá pronto cuando estos creyentes pobres y humildes brillarán como el sol. Pablo escribió acerca de cómo Dios levantó a los creyentes y los hizo sentar en los lugares celestiales. (Ef. 2:6) Algún día Dios mostrará al mundo que tan bendito es su pueblo. Entonces los ricos de la tierra envidiarán a los creyentes que antes juzgaron como pobres.
Ahora, vamos a fijar nuestra atención en otros dos métodos usados por el diablo para desanimar a los creyentes en su servicio para el Señor.
Primero, satanás tratará de llenar su mente con malos pensamientos o aún con pensamientos sucios. Esto lo hace frecuentemente cuando los creyentes están tratando de orar, leer sus biblias o pensar en Dios.
En segundo lugar, tratará de lograr que se sientan satisfechos con su vida cristiana a fin de que ya no se preocupen por su crecimiento espiritual. Con el primer método, satanás ha logrado desanimar a muchos en su servicio al Señor. Con esta persuasión muchos han sido estorbados en sus oraciones, en su estudio de la palabra, porque siempre se sienten distraídos. Aún llegan a sentirse frustrados, pierden su gozo y se sienten inútiles en el servicio de Dios, todo por causa de los vanos pensamientos que el diablo pone en sus mentes. ¿Qué pueden hacer los creyentes cuando les es difícil orar, leer sus biblias a consecuencia de estos ataques?
- Primero, los creyentes deben esforzarse en ser más afectados por la grandeza de Dios, su santidad, su majestad y su gloria. Cuando los creyentes tienen pensamientos superficiales y pequeños acerca de Dios, satanás puede distraerlos fácilmente. Cuando comienzan a comprender mejor su omnipotencia, su pureza, su grandeza, entonces los pensamientos vanos pierden mucho de su poder. Una visión de la perfección de Dios, su omnipotencia, su omnisciencia, su omnipresencia, su santidad, ayudará mucho para acabar con los pensamientos vanos. Entre más que nuestra mente esté llena con pensamientos de Dios, seremos menos afectados con los pensamientos del diablo. Filipenses 4:8 dice, “Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
- Segundo, los creyentes pueden superar esta tentación perseverando en la oración, la lectura de la biblia y en sus pensamientos acerca de Dios. Muchos creyentes han descubierto que satanás les deja en paz cuando perseveran en ello. Cuando el diablo se da cuenta que esta táctica hace que los creyentes busquen a Dios con más empeño, entonces se da por vencido. Cuando Jesús resistió a satanás en el desierto, entonces éste le dejó. Si los creyentes perseveran en buscar a Dios a pesar de todos los intentos del diablo por distraerles, entonces también el diablo huirá de ellos. “Resistid al diablo y huirá de vosotros.” (Stgo. 4:7)
- Tercero, debemos recordar de que los pensamientos vanos, necios, y blasfemos no son pecados, siempre y cuando no sean bienvenidos y atesorados, sino rechazados y mortificados. En otras palabras, no debemos hacer caso de tales pensamientos. Hay muchos pensamientos que molestan e inquietan a los creyentes, pero tales pensamientos no son pecaminosos si los creyentes no permiten que se aniden en sus mentes. Tales pensamientos llegan a ser pecado cuando son recibidos y abrigados en la mente de los creyentes.
- Cuarto, el hecho de resistir tales pensamientos, de lamentarlos y tratar de acabar con ellos, es una evidencia fuerte de que la gracia de Dios está obrando en uno. (Sal 139:23-24) Es una buena evidencia cuando uno quiere llevar cautivos sus pensamientos en obediencia a Cristo. (2 Cor.10:4-5) Los pensamientos pecaminosos afectan la vida, pues frecuentemente conducen a actos pecaminosos. Por lo tanto los creyentes deben pelear contra los pensamientos vanos y pecaminosos. Mientras que velemos y estemos constantes en resistirlos y ahuyentarlos no nos harán daño.
- Quinto, los creyentes pueden alejarse de los pensamientos vanos siendo llenos con las cosas espirituales y celestiales. (Col. 3:1-2) Pablo habla en Efesios de la necesidad de ser llenos del Espíritu y aún desea que todos los creyentes sean llenos de toda la plenitud de Dios. (Ef. 3:19) Entre más nos llenemos de pensamientos espirituales y celestiales, menos lugar tendremos para los malos pensamientos.
- Sexto, es necesario que los creyentes crezcan en su amor por las cosas santas. Inevitablemente pensamos más acerca de lo que más amamos. “¡Cuanto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.” (Sal 119:97) El salmista amaba la palabra de Dios, por lo tanto ella era su meditación todo el tiempo. Si solo amáramos más la santidad, pensaríamos más en ella.
Finalmente, si los creyentes no quieren ser distraídos por los pensamientos vanos, no deben enredarse demasiado en las actividades de este mundo. El exceso de asuntos mundanos solo llenarán sus mentes con ansiedad y afán. Sus mentes se llenarán constantemente de preocupaciones, aún cuando estén buscando las cosas de Dios. Los creyentes deben luchar por librar sus mentes en las ansiedades acerca de esta vida y fijar sus pensamientos en la grandeza y la gloria de Dios. Entonces satanás no los distraerá tan fácilmente con pensamientos indignos.
Ahora vamos a pensar acerca de la segunda táctica usada por el diablo para impedir a los creyentes en su servicio a Dios. Les hace sentir satisfechos con sus oraciones, con la lectura de la biblia, con su servicio cristiano, y pronto comienzan a sentir que pueden relajarse un poco y ya no esforzarse tanto. Ante esta táctica, los creyentes deben recordar cuatro hechos importantes:
- Primero, todo lo que los creyentes hacen y todo lo que harán es imperfecto. Hay pecado en todo lo que hacen. Aún sus oraciones, las lecturas de la biblia y todas las demás actividades cristianas que hacen están manchadas por su debilidad y su pecado. Los creyentes no tienen motivo alguno para enorgullecerse. Podemos decir como el profeta dijo, que todas nuestras obras de justicia son como trapos de inmundicia. (Isa.64:6)
- Segundo, los creyentes no son salvos por sus obras, sus oraciones o su servicio cristiano, sino solo por lo que Cristo hizo por ellos. Tienen que confiar solo en Cristo para que sean salvos del pecado.
- Tercero, la confianza en nuestras actividades religiosas es un enorme pecado que terminará por destruirnos. (Fil. 3:3-9)
- Cuarto, no debemos olvidar lo que nuestro Señor dijo: “Cuando hubierais hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.” (Luc. 17:10)
Referencias
1. ↑ Fuente: Libro Remedios Preciosos Contra Las Artimañas Del Diablo | Por Tomás Brooks | Licencia bajo dominio público| Publicado originalmente en 1652 en Inglaterra.
2. Adaptación Johannes Chavez
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