08 abril, 2016

Los Pecados de la Lengua

Pecados Respetables: Los Pecados de la Lengua

Al hablar con la gente de los pecados “respetables” o “aceptables” que toleramos, siempre había alguien que fruncía el ceño y decía: “ah, ¿algo así como el chisme?”. Es evidente que este es el primer pecado de los creyentes que nos viene a la mente, así que debe ser muy común entre nosotros porque lo seguimos tolerando en nuestra vida.
Sin embargo, aunque la práctica del chisme es muy común, no es el único pecado de la lengua. En esta categoría también debemos incluir mentiras, calumnias, críticas (aunque sean verdad), palabras ásperas, insultos, sarcasmos y ridiculizar a otros. Tenemos que decir que cualquier forma de hablar que hiere a otra persona, sea que estemos hablando de esa persona o con ella, es un pecado de la lengua.
La Biblia está llena de advertencias contra los pecados de la lengua. Tan sólo el libro de Proverbios contiene unas sesenta amonestaciones. Por otra parte, Jesús advirtió que daremos cuentas a Dios de toda palabra ociosa que salga de nuestra boca
“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.”  Mateo 12:36
Y también está el famoso pasaje de Santiago 3 que habla de los efectos pecaminosos de la lengua. El escritor dice que la lengua es como un pequeño fuego que destruye un gran bosque y que es un miembro muy pequeño pero que contamina todo el cuerpo. No obstante, el pasaje de la Biblia que más me ha ayudado a enfrentar los pecados de la lengua es Efesios 4:29. Este versículo es la aplicación del principio de “despojaos/vestíos” que el apóstol Pablo introdujo en Efesios 4:22-24. Este consiste en que debemos despojarnos de las características pecaminosas del viejo hombre y, al mismo tiempo, ser diligentes en vestirnos de las virtudes de gracia que corresponden a la nueva criatura en Cristo.
Al estudiar Efesios 4:29 encontramos que no debemos permitir que salgan de nuestra boca palabras corrompidas. No sólo son insultos u obscenidades; incluyen los diferentes tipos de hablar que mencioné anteriormente. Observe que la prohibición de Pablo es absoluta: Ninguna palabra corrompida. Ninguna. Esto significa decir no al chisme, al sarcasmo, a la crítica, a las palabras ásperas. Debemos erradicar de nuestro hablar toda palabra pecaminosa que destruya a otra persona. Piense en lo que sería la iglesia de Cristo si todos lucháramos por aplicar esta amonestación de Pablo.
Al tratar los pecados de la lengua, comencemos con el primero en que la gente piensa: el chisme, que consiste en diseminar información desfavorable acerca de alguien, aunque esa información sea verdadera. Sin embargo, el chisme por lo general está basado en un rumor, lo que empeora el pecado. Practicar el chisme alimenta nuestro ego pecaminoso, especialmente cuando la información que estamos compartiendo es negativa porque nos hace sentir muy justos en comparación con el otro. Efesios 4:29 dice de que partes del habla debemos despojarnos y también qué debemos ponernos. Debemos hablar palabras que edifican e imparten gracia a los que nos escuchan. Por tanto, cuando estemos tentados a decir algún chisme debemos preguntarnos: Lo que voy a decir, ¿va a edificar o va a destruir a la persona de quien voy a hablar?
Otro pecado relacionado con el chisme es la calumnia, que consiste en declarar algo falso o malinterpretar algo acerca de una persona con el propósito de difamarla o dañar su reputación. En general, la motivación que está detrás de la calumnia es la ventaja que podemos obtener sobre la otra persona. En realidad la calumnia es mentira. Usualmente pensamos que es decir algo falso y quizá la mayoría de nosotros no lo hacemos. Sin embargo, somos muy buenos para mentir por medio de la exageración, o diciendo verdades a medias o lo que llamamos “mentirillas blancas”, que es mentir pensando que no habrá consecuencias.
Por otro lado, la crítica es hacer comentarios acerca de una persona que quizá son ciertos, pero que no es necesario mencionar. Las preguntas que debemos hacernos respeto a ese tipo de comentarios son:
  • ¿Es amable lo que voy a decir?
  • ¿Es necesario que lo diga?
  • ¿Realmente tengo que decir este?
No sólo pecamos por lo que decimos acerca de alguien, sino por la manera en que hablamos unos a otros. El hablar pecaminoso incluye palabras ásperas, sarcasmos, insultos y poner en ridículo a los demás. El común denominador de todas estas formas negativas de hablar es que tienden a rebajar, humillar y herir a la gente. Ese tipo de palabras por lo general provienen de una actitud de impaciencia o ira (Mateo 12:34). Esto significa que, aunque hablemos de los pecados de la lengua, nuestro verdadero problema radica en el corazón. Detrás de todo chisme, calumnia, crítica, insulto o sarcasmo, está un corazón lleno de pecado. La lengua es tan sólo el instrumento que revela lo que hay en él. Si usted y yo queremos vestirnos de la nueva criatura en semejanza a Dios, andando en verdadera rectitud y santidad, debemos usar Efesios 4:29 como uno de nuestros principios rectores. Recuerde: estamos hablando acerca de un pecado real. El tipo de palabras de las que hemos hablado en este estudio podrían parecernos aceptables, pero ante Dios son pecaminosas.

1 comentario:

  1. Gracias por el estudio, me llevo a reflexionar mucho.

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