08 abril, 2016

Mundanalidad

Pecados Respetables: Mundanalidad

La mundanalidad es un concepto que significa diferentes cosas para distintas personas. Debemos entender que la mundanalidad es mucho más que una lista de actividades prohibidas o el uso de las comodidades de la época moderna. Hay dos pasajes de las Escrituras que nos ayudan a entender el concepto de la mundanalidad. El primero es 1 Juan 2:15-16 donde el Apóstol nos exhorta a no amar al mundo.
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo."
Hay otro pasaje del apóstol Pablo que nos ayuda a entender cuáles son los aspectos “aceptables” de la mundanalidad. El pasaje es 1 Corintios 7:31, y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.”  Diversas traducciones utilizan diferentes términos para transmitir la misma idea, pero la advertencia consiste en que podemos utilizar las cosas legítimas de este mundo, pero no darles más importancia de la que deben tener.
Basado en la advertencia de Pablo, he definido la palabra mundanalidad como estar pegado a, involucrado en, o preocupado por las cosas de esta vida temporal. Lo que hace que nuestra actitud hacia ellas sea mundana es el valor que les concedemos. Las cosas que valoramos más deben ser las “cosas de arriba” (Colosenses 3:2). Es decir: las espirituales, tales como la Biblia, la oración, el evangelio, la obediencia a Dios, el cumplimiento de la gran comisión y, por sobre todas las cosas, Dios mismo. Entenderemos mejor lo que es la mundanalidad con esta definición secundaria: “La mundanalidad consiste en aceptar valores, moralidad y prácticas de la sociedad incrédula, aunque decente, que nos rodea sin discernir si son bíblicos”. La mundanalidad es seguir el corriente de la sociedad que nos rodea mientras esta no sea abiertamente pecaminosa. Voy a limitar nuestra discusión a tres áreas en las que creo que hemos aceptado este pecado: dinero, inmoralidad e idolatría. En las tres áreas vamos a limitar el estudio a lo que a nosotros nos parece aceptable.

Dinero

Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24). Parece que en la vida de muchos creyentes el dinero está por encima de Dios. Pero el Señor y las riquezas no son opciones equivalentes, porque la Biblia dice:  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” 1 Timoteo 6:10. Si el dinero toma la preeminencia en nuestra vida, Dios no pierde, sino nosotros. En última instancia, él no necesita nuestro dinero. Si lo gastamos en nosotros mismos, nos convertimos en pordioseros espirituales. Debemos recordar que todo lo que poseemos, aun la habilidad de ganar dinero, proviene de Dios (Deuteronomio 8:17-18). Ofrendar al Señor al menos el 10 por ciento de lo que él nos ha dado es una demostración visible de que lo reconocemos así y se lo agradecemos. Finalmente, debemos recordar la infinita generosidad del Señor al darse a sí mismo por nuestra salvación. Pablo quiso estimular la generosidad del los corintios escribiendo 2 Corintios 8:9, “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” Nuestras ofrendas deben reflejar el valor que le damos a su entrega por nosotros.

Inmoralidad

Sin duda usted está preguntando cómo es que la inmoralidad puede considerarse un pecado respetable. Lo hacemos siguiendo lo que un amigo mío llama inmoralidad vicaria. ¿Disfrutamos leyendo en secreto acerca de la inmoralidad de otras personas cuya conducta sexual se expone en periódicos y revistas semanales? Si es así, nos estamos involucrando en la inmoralidad vicaria. Si vamos al cine o vemos programas de televisión sabiendo que habrá escenas explícitas de sexo o leemos novelas sabiendo que contienen narraciones sexuales, estamos cometiendo inmoralidad vicaria. Es muy obvio que el mundo que nos rodea disfruta de este tipo de cosas. Esta es un área en la que los valores y las prácticas aceptables para la sociedad que nos rodea son contrarios a las Escrituras. Luego está el área del vestido deshonesto. Al salir de casa, me doy cuenta de la moda de las mujeres de todas las edades cuya intención explícita es atraer las miradas lascivias de los hombres. Hay dos áreas en las que podemos ser mundanos cuando hablamos de este tema. Primero, muchas mujeres cristianas, y las jóvenes en especial, están usando la misma ropa que se utiliza en el mundo incrédulo (1 Timoteo 2:9). Para los hombres, el problema radica en que reaccionamos a la forma de vestir provocativa con miradas cargadas de lujuria. En ambos casos somos mundanos. Tenemos dos armas en esta lucha Proverbios 27:20 y Romanos 6:21

Idolatría

Es obvio que en la actualidad no adoramos ídolos de madera, metal o piedra. Nuestro problema es lo que algunos han llamado “ídolos de corazón”. En este sentido, un ídolo puede ser cualquier cosa que consideramos de mucho valor a tal grado que consume toda nuestra energía emocional y mental, o bien, nuestro tiempo y nuestros recursos. Puede ser cualquier cosa que tenga más importancia que nuestra relación con Dios o nuestra familia. En 2 Corintios 5:9 el apóstol Pablo presenta un principio que nos permitirá liberarnos de la tentación de idolatrar nuestra carrera.
Entonces, ¿cómo podemos enfrentar nuestra tendencia a la mundanalidad? No es decidiendo que ya no seremos mundanos, sino comprometiéndonos a ser más piadosos. Necesitamos sentir tal amor por Dios, que no haya lugar en nuestro corazón para las cosas de este mundo. 

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